lunes, 26 de enero de 2015

DESDE LA TEORÍA LITERARIA HASTA LAS EMOCIONES

      Para mostrar ese vínculo entre emoción y teoría literaria, se hace necesario establecer ciertas premisas. Toda reflexión sobre la pertinencia o no de la teoría literaria tiene un supuesto anterior: la literatura, como hecho empírico, como práctica semiótica, es de evidente discriminación entre las múltiples elaboraciones creadas por el ser humano.3 Desde esta perspectiva, el corpus de obras consideradas literatura puede identificarse y aislarse de aquel que no pertenecería a este grupo (por algún tipo de procedimiento) . Esto supone que tales obras presentan una serie de características y convergencias (formales y pragmáticas) ligadas a tal proceso de discriminación. Sin embargo, y a riesgo de parecer contradictorio, no se puede ignorar, tal como lo afirma Eagleton, que "No existe 'literatura' tomada como un conjunto de obras de valor asegurado e inalterable caracterizado por ciertas propiedades intrínsecas y compartidas", en lo cual, en la actualidad, no existe ninguna objeción. El concepto de literatura, entonces, es un concepto acuñado históricamente y, por tanto, evasivo; debido a que está injertado desde profundos condicionamientos históricos, sociales e ideológicos.

    Por largos periodos la historia de la teoría literaria se ha atrincherado en varias opciones críticas. Una que considera su labor como un proceso de creación de actividades metodológicas y categorías de análisis con las cuales se procura la reflexión de aspectos claves incitadores en la creación de tal fenómeno semiótico. Otra perspectiva que toma en consideración que una obra literaria la crea un autor para ser "leída", por tanto, la tarea es ofrecer constructos "orientadores" para lecturas "adecuadas", las cuales desalojen a las lecturas "erróneas". En ella, la experiencia singular del lector cobra una importancia central. También se ha presentado otra tendencia que disiente de la posibilidad y de la utilidad de la teoría, dando como argumento central el hecho de que la literatura es el producto de un acto singular de creación humana. Siendo así, lo que debe atenderse y llamar la atención es precisamente dicha singularidad e individuación creativa.

   

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