Es bien sabido y estadísticamente demostrado que a los mexicanos no nos gusta leer.
En el estudio Hábitos de Lectura realizado por la OCDE y la UNESCO, México ocupó el lugar 107 de 108, con aproximadamente dos libros anuales per cápita. Espeluznante.
Si nos basamos en encuestas mexicanas, la Encuesta Nacional de Lectura del Conaculta nos dice, por ejemplo, que 40% de los mexicanos jamás ha pisado una librería, 13% nunca ha leído un libro, y 70% lee lo mismo o menos que antes, es decir, nada.
Las cifras, según la Encuesta Nacional de Lectura 2012, elaborada por la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, son peores: uno de cada dos hogares mexicanos solamente tiene entre uno y 10 libros que no son escolares; 54% no lee cotidianamente y 35% dijo no haber leído un solo libro en su vida.
Esto ocurre a nivel nacional, de arriba abajo y de izquierda a derecha. No es, como podría pensarse, un problema de clase social o nivel educativo.
De hecho, un ejemplo bastante alertador es que , alumnos de la Ibero, ITAM y Tec, después de haber recibido una educación de medio millón de pesos, escribe ‘yendo’ con ‘ll’, confunde ‘haber’ con ‘a ver’ o ‘hay’ con ‘ay’, y sólo ha leído, por gusto, tres libros en su vida: Padre Rico Padre Pobre, Caldo de Pollo para el Alma y El Código DaVinci.
"Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2004, hay 8.8 millones de mexicanos en esa situación privilegiada. Pero el 18% (1.6 millones) dice que nunca ha ido a una librería; el 35% (3 millones), que no lee literatura en general; el 23% (2 millones), que no lee libros de ningún tipo; el 40% (3.5 millones), que no lee periódicos; el 48% (4.2 millones), que no lee revistas, y el 7% (medio millón) que no lee nada: ni libros, ni periódicos, ni revistas".
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