martes, 20 de enero de 2015

ELEGÍA

Si no sabes o no has escuchado lo que es una elegía, vamos a ver qué es.

     La elegía es subgénero mayor del género lírico, es un tipo de poesía que trata en términos generales del lamento y se puede referir a:
  • Ilusiones
  • Amores
  • Tiempo
  • Logros
  • Derrotas
  • La vida
  • La muerte
  •  

     En otros tiempos este tipo de poesías se solía enfocar a temas eróticos o de la muerte de alguna persona, aunque también puede abarcar otros temas y no se debe confundir con géneros semejantes.

     El origen de la elegía es incierto, pero se considera un aporte romano o latino pues sus primeros y más notables poetas fueron personas relacionadas con el imperio romano tal y como fueron Sexto Propecio y Albio Tibulo.

Y se preguntarán ¿Quiénes son ellos?

     Sexto Propecio fue un poeta lírico latino, nació en Umbría, en el centro de Italia, por los problemas económicos que vivían cuando era muy joven se tuvo que ir a vivir a Roma donde estudió leyes y para orador.

     El amor que tenía a una joven llamada Cintia hizo brotar en él el gusto por la poesía, por lo que escribió su primer libro de poemas y lo llamaron a un círculo literario de Cayo Cilnio Mecenas; lo cual lo llevó a conocer a Virgilio y a Ovidio.



     Por otra parte Albio Tibulo también fue un poeta lírico latino, nacido en Gabii, una ciudad de Lacio en el centro de Italia. Aunque combatió en la guerra civil de su país, su poesía es pacifista y añora la paz y la sencillez de las viejas costumbres campesinas romanas.

Algunos de sus amigos pertenecían también al círculo de Cayo Cilnio Mecenas, como Horacio, Virgilio, Propecio y Ovidio. Se han conservado dos libros de elegías suyas en manuscrito.



Elegía de León Felipe

A la memoria de Héctor Marqués, Capital de la marina mercante española, que murió en alta mar y fue enterrado en Nueva York.

Marineros,
¿por qué le dais a la tierra lo que no es suyo
y se lo quitáis al mar?
¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
si era un soldado del mar?
Su frente encendida, un faro;
ojos azules, carne de iodo y de sal.
Murió allá arriba, en el puente,
en su trinchera, como un soldado del mar;
con la rosa de los vientos en la mano
deshojando la estrella de navegar.
¿Por qué le habéis enterrado, marineros?
¡Y en una tierra sin conchas! ¡¡En la playa negra!! ... Allá,
en la ribera siniestra
del otro mar;
¡Nueva York!
—Piedra, cemento y hierro en tempestad—.
Donde el ojo ciclópeo del gran faro
que busca a los ahogados no puede llegar;
donde se acaban las torres y los puentes;
donde no se ve ya
la espuma altiva de los rascacielos;
en los escombros de las calles sórdidas
que rompen en el último arrabal;
donde se vuelve la culebra sombría de los elevados
a meterse otra vez en la ciudad...
Allí, la arcilla opaca de los cementerios, marineros,
allí habéis enterrado al capitán.

¿Por qué le habéis enterrado, marineros,
por qué le habéis enterrado,
si murió como el mejor capitán,
y su alma —viento, espuma y cabrilleo—
está ahí, entre la noche y el mar...?


No hay comentarios:

Publicar un comentario