lunes, 19 de enero de 2015

El vacío que Nietzsche me dejó (Nataly Cioran)

Pero ¿qué es el vacío? Si lo comparamos con tu alma, si lo semejamos con el reflejo de tus ojos, o con el pronunciamiento de tus palabras, el vacío es insulso, pues cualquier ausencia me llena más que tu presencia, pero ¿acaso importa?, al verme sentado en esta fría, sucia y astillada mesa, en la que apenas se asoman unos frascos, un plato y su cuchara de la noche anterior y una taza de café a medio beber, y a su lado, lo único luminoso de la escena, una rebanada de pan blanco, que al igual que tu interior, está solitaria. Necesita ser untada, embarrada, mojada, sentir que hay elementos que pueden complementarla, llenarla, cubrir su simple existencia, y al igual que tú, esa rebanada de pan saciará mí también desolada estancia frente a esa mesa. Tomando cada frasco, me doy cuenta, que el de compota de fresa, ¡está vació! Lo miro, un silencio interno, seguido de una revelación. Y ahora entiendo, ¡el vacío! El vacío, es la carencia de un complemento sencillo, como tú o la mermelada, a ese pan o mi existencia, en el que juntos es la gloria y ausentes son decadencia.

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