jueves, 29 de enero de 2015

ESTRATEGIAS PARA FOMENTAR LA LECTURA

¿Cómo crear estrategias para fomentar la lectura y la escritura?


Algo que parece preocupar a una buena parte de los coordinadores de los círculos de lectura es la cantidad de estrategias que conocen para trabajar con sus lectores. Hay que decirlo claramente: nunca serán suficientes, porque los lectores y los textos son una diversidad en movimiento.
Existen muchos manuales de estrategias de lectura y escritura. Aunque algunos pueden ofrecernos algunas ideas que nos servirán en la práctica, por lo general no se corresponden con los enfoques de promoción de la lectura.
Por eso, en lugar de ofrecerles un compendio de actividades, queremos compartir con ustedes una propuesta que podría ayudarlos a crear sus propias estrategias. La clave siempre será: leer, estar informado, ser creativo, arriesgarse y compartir experiencias con otros mediadores.
Estén tranquilos. La metodología de trabajo de un círculo de lectura no se traduce en el hacer y hacer actividades, constantemente, inflándolas de forma innecesaria. Después de todo, lo más importante que hacemos como mediadores es generar encuentros y compartir experiencias.

Leer: la única forma de empezar 

Una vez consumada la merienda, el organillero propuso hacer una ronda de sueños. Hans le explicó a Sophie aquella costumbre y ella pareció encantada con el juego. Como nadie se decidía a comenzar, el organillero contó el primer sueño. Anoche, dijo, soñé con unos tipos que tomaban sopa en una posada. La mesa estaba oscura y sólo se veían tres o cuatro caras rojas. De pronto uno de los tipos lanza al aire una cucharada de sopa, y la sopa vuela fuera del sueño y vuelve a caer entera en la cuchara como si fuera un dado. Entonces el hombre se la toma, y dice: seis. Y así con cada cucharada. Eso, conjeturó Álvaro es que usted estaba pidiendo suerte. No digas tonterías, replicó Reichardt, ¡eso es que tenía hambre! Yo, contó Hans el último sueño interesante que tuve fue la semana pasada. Soñé que estaba en una isla. Pero era una isla rara: no tenía mar alrededor. ¿Sin agua?, se interesó Lamberg, ¿cómo es eso? Ni mar, contestó Hans, ni agua ni nada. Alrededor de la isla había un vacío inmenso. Entonces, dijo Lamberg, ¿cómo sabes que era una isla? Buena pregunta, dijo Hans, y no lo sé, pero yo sabía que era una isla. Y quería salir, quería ir a otras islas que se divisaban a lo lejos. Pero era imposible, no sabía cómo llegar a ellas y me asustaba. Entonces me ponía a correr en círculos, a correr sin sentido, hasta que la isla empezaba a hundirse poco a poco. Y tenía que elegir entre saltar y caer al vacío o hundirme con mi isla. ¿Y qué carajo elegiste?, preguntó Reichardt. Despertarme, sonrió Hans. ¡Bueno!, aprobó el organillero, ¡muy bueno!, ¿y ustedes, queridas señoritas?, ¿no tendrán un sueño que regalarnos? Elsa negó con la cabeza y bajó la vista. Sophie lo miró un poco avergonzada y dijo: No sé, en fin, nunca sueño gran cosa, anoche, en realidad es una tontería, pero anoche…
El texto es un fragmento de la novela El viajero del siglo del escritor argentino Andrés Neuman. Leí la novela y debo decir que me gustó mucho, quizá demasiado. Lo cierto es que nunca antes había subrayado y escrito tantas notas en los márgenes de un libro.
Seleccionar fragmentos en un texto a lo largo de la lectura es algo que hacemos los lectores. Como lector, suelo marcar una frase que me gustó, una bella descripción o un pasaje que me pareció divertido. Además, sobre todo desde que soy mediador de lectura, me pasa que encuentro algunos fragmentos que me sugieren estrategias. Éste es el caso del texto que ahora les comparto: en él descubrí todo lo necesario para diseñar una estrategia para promover la lectura.
La estrategia podría titularse “La ronda de sueños” o “El círculo de los sueños”,  y puede esquematizarse de la siguiente manera:
1.- El mediador introduce la actividad hablando sobre el tema de los sueños.
2.- Se invita a los participantes a hacer una Ronda de sueños: cada uno debe contar un sueño que haya soñado recientemente.
3.- Se hacen comentarios, se proponen interpretaciones, se conversa sobre cada participación.
Hasta aquí la actividad pareciera ser muy sencilla. Sin embargo, como se verá en la siguiente descripción, es compleja porque implica la consideración de varios aspectos.

Descripción de la actividad

Utilizo algunas frases del texto de Andrés Neuman para ilustrar las reflexiones sobre las distintas partes de la estrategia:
Una vez consumada la merienda, el organillero propuso hacer una ronda de sueños.
Como se puede observar, hay una parte previa (la merienda) a la realización de la actividad (La ronda de sueños). No es recomendable comenzar una sesión directamente con la actividad. Hay que introducir a los participantes a la estrategia. En este caso podríamos iniciar hablando sobre el tema de los sueños.
Hay que observar que el verbo utilizado es “proponer”, que es distinto a “imponer”. Todas las actividades que se realizan al interior de un círculo de lectura son propuestas, y puede darse el caso de que haya alguien que no quiera participar. Si esto ocurre no hay que obligarlo, hay que negociar: puede permanecer como observador o escucha, o podemos sugerirle otras actividades como leer en silencio.
Hans le explicó a Sophie aquella costumbre y ella pareció encantada con el juego.
Aunque la actividad realizada por los personajes es una “costumbre”,  hay alguien en el grupo que no la conoce. Podemos suponer que Sophie se integró al grupo en un momento distinto al de los demás y por eso Hans tiene que darle explicaciones.
En los círculos de lectura todos los lectores acuden de forma voluntaria, pueden ir y venir a sus anchas y nadie debe obligarlos a permanecer en las sesiones. Si tenemos cuidado al seleccionar los textos y si las actividades son atractivas, los lectores, como Sophie, “encantados con el juego”, permanecerán en las sesiones sin necesidad de coacción.
Como nadie se decidía a comenzar, el organillero contó el primer sueño.
El organillero, que a mí me gusta imaginar como un magnífico mediador, ha propuesto la ronda de sueños. Y como nadie se decide a comenzar, él toma la palabra.
Puede ocurrir, cuando proponemos una actividad en el círculo de lectura, que los integrantes se muestren poco participativos en un primer momento. Si esto ocurre podemos insistir pero nunca obligar. Muchas veces, por timidez, los jóvenes prefieren no ser los primeros en tomar la palabra. Una forma de animarlos es que seamos nosotros, los mediadores, los que tomemos la iniciativa.
En las actividades que estamos acostumbrados a realizar en las escuelas con nuestros alumnos es común que nosotros no participemos. En un círculo de lectura esto rara vez ocurre: el mediador es un lector más y participa activamente en las actividades.
Anoche, dijo, soñé con unos tipos que tomaban sopa en una posada. La mesa estaba oscura y sólo se veían tres o cuatro caras rojas. De pronto uno de los tipos lanza al aire una cucharada de sopa, y la sopa vuela fuera del sueño y vuelve a caer entera en la cuchara como si fuera un dado. Entonces el hombre se la toma, y dice: seis. Y así con cada cucharada.
Cada participación en La ronda de sueños puede considerarse un comentario o incluso una narración oral. Si se propone como una actividad inicial, basta con promover la conversación. Si se trata de una actividad más avanzada, podemos enfocarla desde la narración oral.
La narración oral es una práctica compleja que implica observar varios aspectos como la construcción de imágenes mentales, la adaptación y la estructura del relato, la modulación de la voz, la entonación y la dicción, dotar a las palabras de emotividad, emplear ademanes y silencios, entre otros. El mediador es el primero que debe ejercitarse en la narración oral, ya que el dominio sobre la técnica le permitirá enriquecer sus actividades: además de narrar, podría preparar a los jóvenes para que narren cada vez mejor.
Una sugerencia: no olvidar que la finalidad de todas nuestras actividades es promover la libre expresión de las ideas y compartir experiencias. Por eso, sobre todo en actividades iniciales, es importante dar prioridad al contenido de los relatos por encima de la forma o la corrección de una técnica.
Eso, conjeturó Álvaro es que usted estaba pidiendo suerte. No digas tonterías, replicó Reichardt, ¡eso es que tenía hambre!
Hacer comentarios, proponer interpretaciones, conversar sobre los relatos que los participantes nos comparten es una práctica que debe fomentarse. Cuando cada uno relata sus sueños está comunicando una experiencia personal, y una forma de corresponder a esa persona, para no mostrarnos indiferentes, es opinar sobre su relato.
Cuando se promueve la conversación hay que estar preparados para los distintos escenarios posibles. Se puede dar el caso de que todos quieran opinar, incluso varias veces. Si esto ocurre hay que considerar el tiempo destinado a la sesión. Si la conversación sobre una participación se prolonga demasiado y otras personas quieren a su vez relatar un sueño, puede suceder que el tiempo no alcance. De hecho, en ocasiones afortunadas, la conversación se puede extender a varias sesiones.
También se puede dar el caso de que las intervenciones de los participantes sean escasas y breves. Si esto ocurre no hay que obligar a otros a participar en contra de su voluntad: podemos continuar con el siguiente relato o incluso dar por terminada la actividad.
Algunas veces puede suceder que nadie quiera participar. Si esto ocurre podemos tomar la palabra, dirigir la conversación o, nuevamente, dar por terminada la actividad. El silencio es un derecho de los lectores y nosotros tenemos la obligación de respetarlo.
Yo, contó Hans el último sueño interesante que tuve fue la semana pasada. Soñé que estaba en una isla. Pero era una isla rara: no tenía mar alrededor. ¿Sin agua?, se interesó Lamberg, ¿cómo es eso?
Es probable que muchas de las participaciones en La ronda de sueños, por tratarse precisamente de sueños, contengan elementos confusos o poco claros. Aunque todo esto debe ser visto como magníficas oportunidades para conversar, es preferible esperar al final del relato para opinar, preguntar o pedir explicaciones. De esta forma evitamos interrupciones, escuchamos el relato completo, y por lo tanto podemos entenderlo mejor, y respetamos el turno de quien tiene la palabra.
Ni mar, contestó Hans, ni agua ni nada. Alrededor de la isla había un vacío inmenso. Entonces, dijo Lamberg, ¿cómo sabes que era una isla? Buena pregunta, dijo Hans, y no lo sé, pero yo sabía que era una isla.
En una conversación  a veces se plantean preguntas que no es posible responder. Ya sea porque no se sabe o porque no se tiene clara la idea, uno puede, tranquilamente, decir “no lo sé”. Y entonces el grupo propone interpretaciones y conversa sobre ellas.
En el caso de este texto, Hans responde “No lo sé, pero yo sabía”, haciendo alusión a una experiencia común en los sueños: sabemos cosas sin saber por qué las sabemos.
¡Bueno!, aprobó el organillero, ¡muy bueno!, ¿y ustedes, queridas señoritas?, ¿no tendrán un sueño que regalarnos? Elsa negó con la cabeza y bajó la vista.
La palabra participación significa tomar parte de forma voluntaria. Nuevamente, si se da el caso de que alguna persona no deseé participar en la ronda de sueños, hay que respetar su derecho a guardar silencio. No hay que caer en el error de interpretar ese silencio como incomodidad o disgusto: quizá la persona esté más interesada en escuchar los relatos. En lugar de obligarla a participar podemos tratar de integrarla a la conversación sobre los relatos de los otros.
Sophie lo miró un poco avergonzada y dijo: No sé, en fin, nunca sueño gran cosa, anoche, en realidad es una tontería, pero anoche…
Durante la conversación puede ocurrir que la persona que habla, o alguien que opina, califique de forma negativa lo que se ha mencionado. “En realidad es una tontería”, dice Sophie refiriéndose a lo que está a punto de relatar.
El objetivo de la conversación es que las personas expresen lo que realmente piensan y no lo que los demás quieren escuchar. Aidan Chambers, en su libro Dime, afirma que una forma de lograrlo es hacer sentir a los involucrados que todo lo que digan es “honorablemente comunicable”.
Todos los relatos y comentarios son únicos e irrepetibles (incluso cuando dos personas coinciden en una observación no usan las mismas palabras y es posible apreciar matices) y por lo tanto valiosos.
De lo que se trata es de fomentar la libre expresión de las ideas, por conflictivas que puedan llegar a parecernos. Si una persona descalifica un relato o un comentario, en lugar de reprenderlo o censurarlo, podemos pedirle explicaciones: ¿cómo lo sabes?, ¿alguien más opina lo mismo?, ¿alguien opina algo distinto? Y seguimos conversando.
Observación:
Hasta aquí sólo hemos incluido en la actividad dos herramientas del promotor de lectura: conversación y narración oral. Sin embargo, no expusimos ningún aspecto técnico sobre la narración oral y sólo ofrecimos algunas referencias a la propuesta de conversación literaria de Aidan Chambers.

Enriquecer las actividades

Así como una conversación puede prolongarse e ir creciendo hasta tocar aspectos que no imaginábamos, una estrategia puede enriquecerse si incluimos en ella otras actividades, materiales y referencias. A continuación les presentamos algunos ejemplos.

Textos literarios

Hay que recordar que la lectura de textos literarios es la base de la dinámica de trabajo de un círculo de lectura. Debemos evitar a toda costa que nuestras sesiones se conviertan en reuniones sociales o talleres de manualidades. Los textos literarios deben ser la materia prima de nuestras actividades.
Para realizar “La ronda de sueños”, como la hemos descrito hasta este momento, no es necesario utilizar el texto deEl viajero del Siglo de Andrés Neuman. Únicamente lo compartimos porque la idea para diseñar la actividad surgió a partir su lectura.
Sin embargo, es posible introducir en la actividad la lectura de algún texto literario. De ninguna forma se trata de una elección arbitraria: hay que seleccionar textos adecuados. Una sugerencia es que los textos sean breves, de interés para los lectores y que tengan alguna relación con la temática o la dinámica de la actividad.
En “La ronda de sueños”, podríamos incluir, por ejemplo, la lectura de

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