Desde el punto de vista cronológico, se pueden distinguir cuatro etapas principales, cada una con características bien definidas, en la evolución histórica de la literatura latina:
Época arcaica
Se extiende desde el final de la Primera Guerra Púnica (241 a.C.) hasta comienzos del siglo I a.C. En un primer momento se caracterizó por su enorme dependencia de los modelos literarios griegos. Los géneros predominantes fueron la epopeya, el teatro y la sátira. La lírica resultaba prácticamente desconocida. La historiografía y la oratoria se consolidaron también en esta época como géneros literarios. El latín se afianzó definitivamente como lengua literaria, gracias a la fijación impuesta por una serie de obras que impidieron la evolución de la lengua escrita a la par que la hablada. Por este motivo, las obras literarias del período dieron ya sensación de arcaísmo incluso a los autores del siglo siguiente. La mayor parte de las obras compuestas en esta época, como las Sátiras de Lucilio, se han perdido o se conservan de modo muy fragmentario. La excepción la constituyen las obras técnicas de Catón, los poemas épicos de Nevio y Ennio y, sobre todo, las comedias de Plauto y Terencio, de amplia repercusión en la literatura europea posterior.
Época clásica
Constituye el período de máximo esplendor de las letras latinas. De ahí que se le haya aplicado la calificación de ?edad de oro? de la literatura romana, manifiesta tanto en la cantidad de autores como en la calidad de su producción. Abarca desde el período final de la República (siglo I a.C.), con autores tan destacados como Cicerón, Varrón, César, Lucrecio, Catulo, Salustio o Cornelio Nepote, y el Principado de Octavio Augusto (31 a.C. - 14 d.C), en el que buen número de escritores, sobre todo poetas, florecieron al amparo del mecenazgo del mismo emperador y exaltaron su política oficial: Virgilio, Horacio,Tito Livio,Tibulo, Propercio y Ovidio. Tanto en el último período republicano como en la época de Augusto, la literatura adquirió un enorme prestigio social y fue cultivada incluso por las clases aristocráticas.
El período postaugusteo
Los siglos I y II d. C. constituyen el período argénteo o ?edad de plata?. Al equilibrio clásico entre materia y forma sucede el manierismo formal propio de casi todos los escritores de este período. Como consecuencia de la asimilación cultural de los distintos territorios del Imperio, muchos de los escritores de esta época proceden de diversas provincias, especialmente de Hispania (Séneca, Lucano, Quintiliano, Marcial...). La mayor parte de estos autores siguió los modelos de los géneros clásicos: sátira (Persio y Juvenal), historiografía (Tácito), retórica (Quintiliano), epistolografía (Plinio el Joven), aunque también arrancan otros nuevos, corno la novela (Petronio y Apuleyo) o la biografía (Suetonio).
La literatura latina tardía
En los siglos III y IV se asiste a la decadencia de la literatura romana tradicional de carácter pagano, debido, sobre todo, a la labor de los apologistas cristianos (Tertuliano, Minucia Félix, Cipriano o Comodiano), que se mostraron, por lo general, bastante intransigentes con la supervivencia de la literatura tradicional y profana. Los últimos productos de la historiografía pagana del siglo IV los constituyen las obras de epitomadores y autores de breviarios, como Floro, Eutropio o Amiano Marcelino. En poesía tan solo son destacables las obras del galo Ausonio o los poemas épicos de Claudiano. La literatura religiosa, por el contrario, alcanzó notable auge en estos siglos. En prosa abundan los tratados teológicos de los grandes Padres de la Iglesia (san Ambrosio, san Jerónimo o san Agustín). Los poetas cristianos adaptaron los nuevos contenidos a los géneros clásicos paganos: épica (Juvenco), lírica (Prudencio), epigrama (Dámaso). Con las invasiones bárbaras del siglo V y la caída del Imperio romano de Occidente, la cultura quedó relegada a minorías cada vez más selectas y el cultivo de la literatura se fue reduciendo progresivamente. Las últimas grandes figuras del siglo VI, como los itálicos Casiodoro y Boecio, los galos Venancio Fortunato y Gregorio deTours, e Isidoro de Sevilla en la España visigótica, son ya, en cierto modo, precursores del enciclopedismo medieval.
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