Al hablar de comunicación, no nos referimos
únicamente al hecho de expresar con palabras nuestro pensar y sentir; también
podemos hacerlo mediante acciones como un saludo, una mirada, una sonrisa.
Sin
embargo para poder comunicarnos correctamente es necesario estar “en sinfonía”
con la otra persona: ambos deben estar en el momento y en el lugar; los
participantes necesitan ponerse en el lugar del otro para poder comprender la
totalidad del mensaje.
Es
necesario mirar con sus ojos, “tocar” sus sentimientos y comprender su
situación. Y es que, cuando nos comunicamos con el mundo damos una pizca de
nosotros a cada persona que nos ve o nos escucha y es así como ellos pueden
interpretar el mensaje.
El tema
de la comunicación nunca se podrá apartar de los conceptos de trabajo en
equipo, comunidad, escuela, sociedad. En realidad todos hacemos uso de la
comunicación. Es precisamente en los equipos donde toma una relevancia mayor la
comunicación.
Si en el
equipo no se dan las instrucciones claras será muy difícil que se logre el
objetivo que se había planteado. Por otro lado, si el mensaje se da
correctamente pero alguien no lo toma, la eficiencia del equipo no será
completa. Se necesita un equilibrio: un buen emisor y un buen receptor.
Ahí
radica la clave de la eficiencia: un grupo de personas que trabajan juntas
persiguiendo el mismo objetivo son más que un equipo, en realidad no dejan de
ser seres individuales y por eso el desempeño de cada uno definirá el desempeño
final del conjunto.
En
ocasiones se tendrán todos los recursos, un buen emisor y buenos oyentes pero
aún así puede que la eficiencia o el resultado no sea el esperado, es aquí
donde entra un tercer factor igual de importante: la confianza.
Se puede tener al mejor grupo de
trabajo pero si no existe la más mínima confianza entre ellos jamás podrán
comunicar al resto lo que realmente quieren comunicar y el equipo solamente
será un conjunto de personas aisladas que por su cuenta intentan llegar al fin
sin tomar en consideración la valiosa labor de los demás.
Es por eso que (a mi punto de vista)
se debe primero trabajar con el aspecto de la confianza, puesto que en un grupo
donde el compañerismo predomina el mal emisor puede ser cuestionado, el mal
oyente puede preguntar y el aislamiento no será una opción pues todos se darán
cuenta de que el mucho mejor y más sano entablar una convivencia con otras
personas ya que eso facilita el trabajo y el resultado llega con rapidez y sin
problemas.
Aunque la personalidad juega un papel
importante a la hora de expresarnos con los demás, la confianza es la que
promueve la desaparición de problemas muy comunes como lo son los prejuicios:
en un grupo de personas los prejuicios están a la orden del día.
He estado tratando sobre como la
confianza ayuda al proceso de la comunicación pero, ¿quién ayuda a la confianza?
Esa tal vez sea una muy buena pregunta pero le doy una sencilla respuesta: la
comodidad.
Cuando uno se siente cómodo es muy
sencillo entablar una buena conversación, el mensaje fluye con tanta facilidad
que nos hace sentir aún más cómodos. Pero, ¿Cómo sentirse cómodo con un grupo
de personas?
La respuesta es todavía más sencilla:
para lograr que las personas sientan comodidad es muy útil la diversión. En un
ambiente con risas no hay estrés ni presión, lo que mejora el trato con las
demás personas.
No se trata de estar “jugando” todo
el tiempo, con una sola actividad grupal que los mantenga a todos atentos y
relajados es sencillísimo poder sacar una sonrisa que abra completamente el
canal comunicativo o, mejor aún, romper barreras existentes.
Lo divertido es sentirse satisfecho,
por eso cuando el equipo realiza una actividad donde es estrictamente necesaria
la correcta participación de todos los integrantes nos encontramos con que,
tras realizarla y haber llegado a la meta todos se sienten muy bien: muy bien
con ellos mismos, muy bien con los demás y muy bien con el conjunto. Se sienten
satisfechos.
Con estos tres puntos de apoyo
(diversión-satisfacción, confianza y comunicación) la estructura del grupo será
inquebrantable. Recordemos que es totalmente aplicable a la sociedad puesto que
las comunidades son eso: un equipo en el que todos necesitan de todos.
Las personas somos como gotas de luz,
cada una iluminamos un espacio a nuestro alrededor pero cuando nos juntamos
podemos iluminar el mundo.
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